Existen algunos problemas muy comunes en perros: alta sensibilidad a sonidos, miedo a experiencias nuevas (como superficies resbaladizas o de texturas no habituales) o temor a las alturas son sólo algunos ejemplos (todos ellos agrupados en el miedo no social). Una encuesta de la Universidad de Helsinki realizada a casi 14.000 perros estas inseguridades y miedos están relacionadas con el entorno, el estilo de vida y la raza.
Conclusiones del estudio
Una de las conclusiones fue que los perros que realizaban más actividades y entrenamientos activos eran los menos temerosos.
La socialización insuficiente de los cachorros está fuertemente vinculada al miedo relacionado con situaciones novedosas, ruidos fuertes y diferentes superficies. A la vez, y esto es interesante, la compañía de otros perros redujo la aparición del miedo no social. Es decir, la socialización con otros perros, ayuda a evitar que surjan este tipo de temores.
El profesor Hannes Lohi de la Facultad de Medicina Veterinaria y la Facultad de Medicina de la Universidad de Helsinki apunta que los perros que habitan entornos urbanos tienen más miedos que los de ambientes rurales. Además señala que esto también ocurre en humanos, los problemas de salud mental son más frecuentes en la ciudad. Menciona lo interesante de estudiar como el entorno nos moldea a nosotros y a nuestro compañero.
En el estudio se confirma un dato ya sugerido por una investigación anterior: el miedo no social es más frecuente en hembras esterilizadas (sería interesante saber la edad de la perra a la que fue intervenida) y en perros pequeños.
Diferencias entre razas
También se encontraron amplias diferencias entre razas, siendo el Cairn Terrier la más temerosa y el crestado chino la que menos. Sin embargo, el estudio encontró una gran variedad en las propias razas entre los diferentes miedos no sociales. Por ejemplo, el Corgi galés de Pembroke mostró mucha sensibilidad al ruido pero poca a las superficies mientras que los perros que mayor miedo mostraron a estas últimas fueron el pastor finlandés de Laponia, el schnauzer miniatura, el chihuahua y, sorprendentemente, el labrador.
El profesor Lohi concluye que “las diferencias específicas de la raza apoyan la idea de que el miedo se hereda. Las opciones de reproducción son importantes incluso sin conocer los mecanismos exactos de la herencia. Este estudio ofrece a los guías de perros herramientas y apoyo para nociones previas relacionadas con la mejora del bienestar de sus perros. La socialización diversa en la etapa de cachorro y un estilo de vida activo pueden reducir significativamente el miedo social y no social”.
Este estudio forma parte de un proyecto más amplio de la Academia de Finlandia, que investiga la epidemiología del comportamiento canino así como factores ambientales y genéticos y los cambios metabólicos.