Eba, una perra que fue abandonada cuando era cachorra se ha convertido en una auténtica heroína con su trabajo como “perra de conservación” ayudando a proteger a las orcas en peligro.
Su nueva vida comienza cuando la adopta Deborah Giles, bióloga marina del University of Washington’s Center for Conservation Biology, que estudia a las orcas. Cuando adoptó a esta mestiza su objetivo no era convertirla en una “perra de trabajo”; sin embargo Eba pronto comenzó a mostrar rasgos que indicaban un gran potencial para colaborar en el equipo de investigación.
Observando esto Deborah inscribió a Eba en Conservation Canines, un programa que entrena a los perros para rastrear excrementos de animales marinos. Estos excrementos proporcionan mucha información relevante para las investigaciones: genética, salud general, niveles de estrés, presencia de químicos tóxicos, dieta… incluso si la ballena está embarazada y cómo de avanzada está la gestación.
La habilidad de Eba para detectar heces (también conocidas como “scat”) de orca es la herramienta perfecta para el equipo de investigación.
El debut de Eba fue impresionante, su guía cuenta que el segundo día encontró su primer excremento por sí misma.
Para realizar sus investigaciones los biólogos marinos hacen lo que sea por evitar que la manada se estrese con su presencia, lo que implica mantener una distancia respetuosa. En este sentido, el potente olfato de Eba está facilitando enormemente la labor.
Con su cuerpo, la perra guía la embarcación. Se mantiene rígida olfateando el aire y cuando corre por el costado del bote es la indicación de que deben girar y conducir hacia la muestra.
Y lo mejor de todo es que Eba disfruta de esta actividad, que conecta con su parte más instintiva.
Fuente: Good News Network