El rol de la oxitocina en las relaciones perro y humano y sus aplicaciones potenciales como complemento de la ansiedad por separación


Traducción no literal de “The role of oxytocine in relationships between dogs and humans and potential applications for the treatment of separation anxiety in dogs”. Artículo original de Lauren E. Thielke y Monique A. R. Udell1.

Ambas investigadoras tienen otros artículos más recientes relacionados con mediciones de oxitocina en perros y personas cuando interactúan entre sí. Este artículo en concreto nos parece interesante porque abre una ventana a otras investigaciones a la hora de sumar otros aportes a los protocolos de trabajo de la ansiedad por separación en perros. 

Teniendo en cuenta la carga emocional que supone la ansiedad por separación tanto a los perros como a sus referentes humanos, y el porcentaje de abandonos que se producen a causa de la misma, las contribuciones en este sentido nos resultan de valor. 

No hemos profundizado en la traducción de la ansiedad por separación que elaboran las autoras, porque comprendemos que el/la lector/a ya tiene nociones del asunto. Tampoco acerca de otras formas de administración y mediciones realizadas en investigaciones en humanos en tratamiento para diversos trastornos. En cualquier caso, el artículo original está disponible para quien le interese.

la oxitocina y la relación entre perros y humanos

La oxitocina

La oxitocina es un neuromodulador que juega un importante papel en una variedad de comportamientos. En mamíferos se suele aludir a ella en el contexto del comportamiento social y reproductivo, incluyendo la promoción de comportamientos afiliativos, comportamiento maternal y de vínculo de parejas. Popularmente se conoce como la “hormona del amor”.

Numerosas investigaciones sugieren que la producción de oxitocina tiene un impacto significativo en el comportamiento, la cognición y la salud tanto en humanos como en animales no-humanos. Su administración exógena se ha empleado en estudios sobre cognición social humana, además de formar parte del tratamiento de varios trastornos psicológicos como estrés post-traumático o ansiedad social.

Por otro lado, a lo largo de las últimas décadas se ha generado un interés científico en el estudio de la relación perro-humano. Los perros domésticos han demostrado una gran sensibilidad hacia comportamientos humanos: lenguaje corporal, atención e incluso estados emocionales. La selección, y en muchos casos la convivencia en un mismo hogar, ha hecho de los perros domésticos un modelo interesante para el estudio en paralelo en humanos del comportamiento social, trastornos de comportamiento e incluso para el deterioro cognitivo. Sabemos y conocemos la profunda relación y vínculo que establecen los perros con sus referentes humanos, respondiendo más a la interacción con sus guías que a otro tipo de información del ambiente. Del mismo modo, muchos humanos reconocen un fuerte vínculo con sus perros.

Las interacciones entre perro y humano resultan en un aumento de la oxitocina en ambas especies (Beetz, 2012). Diversas investigaciones revelan que la compañía de un perro mejora el comportamiento y las interacciones sociales en personas con trastornos sociales o emocionales, en la reducción del miedo y el dolor después de un trauma o lesión, entre otros beneficios en la salud. La oxitocina puede ser un mecanismo común implicado en todos los casos -bien por administración artificial o bien por esta relación entre perro y humano-. 

Perro con niveles bajos de oxitocina

Entender el impacto del aumento de oxitocina en el comportamiento del perro no es sólo relevante en relación con su bienestar individual sino también en la calidad de la relación o vínculo humano-perro. Existen seis estudios que han investigado sobre los efectos de la oxitocina intra-nasal tanto en comportamiento como en cognición en perros. Tres de ellos centrados originalmente en interacciones sociales, uno en el comportamiento durante el juego y dos de ellos, en cognición social. Sin embargo, no hay ningún estudio acerca de los efectos de la oxitocina intra-nasal en el tratamiento de problemas de comportamiento en perros.

Los problemas de comportamiento sabemos que deterioran el vínculo entre el perro y su referente humano y suelen ser una razón mayoritaria a la que se alude cuando son abandonados en un refugio, protectora o perrera. Las autoras de este artículo, consideran que futuros estudios en esta dirección, arrojarán más información acerca del rol de la oxitocina en el tratamiento de problemas de comportamiento y/o cognitivos, así como en las metodologías de trabajo. Abordan una revisión de los estudios realizados hasta el momento centrados en estas dos líneas: oxitocina y vínculo humano-perro, y oxitocina y comportamiento en perros.

Mediciones y el rol de la producción de oxitocina en perros y humanos

Dos estudios se centraron en la medición de los niveles de oxitocina en perros en contextos sociales. 

El primer experimento (2014) comparó los niveles de oxitocina en sangre en perros en diferentes contextos: un experimentador familiar, con contacto físico y comunicación verbal amistosa; un experimentador familiar con contacto verbal únicamente; y otro en el que el experimentador ignoraba al perro.

El nivel de oxitocina aumentó en los perros en todos los contextos cuando el experimentador volvía después de una fase de separación. Pero sólo se mantuvieron elevados los niveles cuando hubo contacto físico y/o verbal. Es decir, los resultados sugieren que simplemente ver una persona familiar que vuelve tras un período de separación produce un incremento de oxitocina en los perros, pero que el contacto verbal o físico son necesarios para inducir un aumento prolongado.

Las autoras consideran relevantes estos resultados por su implicación en la mejoría de las interacciones entre humanos y perros. Señalando además, una aplicación potencial en perros de refugio cuando son adoptados en un entorno y por una persona desconocida. La oxitocina podría facilitar la construcción de este nuevo vínculo mutuo.

En otro experimento (2011), un grupo de perros participaba en actividades generalmente asociadas con algo positivo (comer, hacer ejercicio y recibir caricias) para establecer el efecto de estas experiencias en la producción de oxitocina. El resultado fue un aumento de la concentración de oxitocina en orina después de realizar estas actividades, en la interacción social así como a través de la ingesta de alimento y el ejercicio. No observaron cambios tras beber agua. La conclusión a grandes rasgos fue la correlación entre ese aumento de oxitocina y un estado emocional positivo en los perros.

Otros estudios midieron los niveles de oxitocina en sangre en humanos tras la interacción con sus perros. Uno de estos estudios (2009) midió, tanto en hombres como en mujeres, los niveles de oxitocina antes y después de interactuar con sus perros al volver del trabajo, comparándolo con el grupo de control que se sentaba a leer. Los niveles de oxitocina en mujeres aumentaron considerablemente al interactuar con su perro y no mostraban variaciones al leer. En cambio, en hombres no se constataron variaciones en los niveles en un supuesto u otro. Los investigadores entonces concluyeron posibles variaciones de género en términos de niveles de oxitocina en relación con las interacciones con sus perros. No obstante, las autoras de este artículo cuestionan que estos últimos resultados puedan deberse al tipo de relación entre las personas y los perros de la muestra.

El siguiente estudio (2009) se centró en saber si se podía medir la fortaleza e intensidad de la relación del ser humano con su perro a través de los niveles de oxitocina en los primeros. El grupo de personas que aseguró tener mejor relación con su perro, que además fueron expuestos a su presencia y mirada durante un período más largo de tiempo, tuvieron un aumento considerable de oxitocina tras la interacción con sus perros durante treinta minutos, respecto al grupo que reconocían una peor relación con sus perros y fueron expuestos un período más corto de tiempo a la mirada del perro.

Por otro lado, se hicieron estudios (2012) del nivel de oxitocina en sangre en perros y humanos en un grupo dividido en dos: por un lado, interacciones de una hora de una persona con su perro e interacciones de una persona sin perro con un perro. En el segundo supuesto, ni en la persona ni en el perro se observó un aumento de los niveles de oxitocina, mientras que en el primero había una conexión directa en un aumento de oxitocina tanto en perros como en personas .

Todos estos resultados, demuestran que la oxitocina tiene un papel muy significativo en el vínculo y referencia social entre humanos y perros.

Administración intra-nasal de oxitocina

Existen múltiples investigaciones sobre el cambio de comportamiento en perros al recibir oxitocina intra-nasal. Las autoras detallan algunas:

En la primera (2014) se analizaron más comportamientos afiliativos tanto a sus guías humanos como a conspecíficos familiares respecto al grupo de perros que recibió una solución salina a modo de placebo. Retoman la teoría del rol de la oxitocina en un contexto social y sugieren el valor potencial de administraciones pautadas como complemento a una terapia de modificación de conducta o de gestión emocional de una situación complicada -las autoras utilizan el primer término- como en el caso de la ansiedad por separación y la construcción de un vínculo seguro y saludable.

Administración de oxitocina intra-nasal a un perro

Una actualización de este estudio (2015) mostró cómo la administración intra-nasal de oxitocina tuvo una correlación en mayor tiempo de atención en hembras hacia sus guías, frente a los machos, así como los niveles de oxitocina en orina aumentaron en los guías cuyo perro era una hembra. Serían necesarios más estudios para indagar en estos resultados en base a estas diferencias de sexos en perros.

Otra investigación se centró en el sesgo cognitivo positivo en perros. Se entrenaba previamente para que aprendieran que un bol ubicado en un determinado lugar siempre tenía comida -localización positiva- mientras otro bol en otro lugar nunca contenía comida -localización negativa-. Algunos perros recibían oxitocina intra-nasal mientras otros recibían un placebo, y participaban en el experimento en un contexto comunicativo o no comunicativo. Es decir, en el primero, un experimentador estaba presente en el momento y en el otro no. Cada perro hizo tres pruebas, y la comida se colocaba en la localización positiva, negativa y en una ubicación ambivalente equidistante a las otras dos. La latencia a la hora de aproximarse a cada localización sirvió para crear una “Puntuación de expectativa positiva”. El estudio reveló que los perros administrados con oxitocina mostraban un sesgo de mayor expectativa positiva tanto en el contexto comunicativo como en el no comunicativo, pero especialmente en aquél que el experimentador estaba presente (contexto comunicativo).

¿Puede ser entonces la oxitocina relevante como complemento en el tratamiento?

La administración de oxitocina ha sido ampliamente documentada en el tratamiento de trastornos psicológicos en humanos como estrés post-traumático o ansiedad. Sin embargo, las aplicaciones potenciales en el tratamiento de algunos problemas en perros es una vía aún por explorar.

Un tercio de las causas de abandono en refugios en Estados Unidos son por problemas de comportamiento que suelen acabar en eutanasia. Cada año (2011) se abandonan 3.9 millones de perros y 1.2 millones de ellos son eutanasiados en Estados Unidos. Así que investigaciones en este sentido no sólo mejorarían las relaciones humano-perro sino que además, incidirían directamente en estas cifras.

Basándose en las últimas investigaciones en relación al efecto de la oxitocina en el vínculo humano-perro y la relación de satisfacción mutua, hay un debate entre investigadores acerca de si el tratamiento de la ansiedad por separación puede ser un buen lugar de partida en el uso de la oxitocina intra-nasal como complemento terapéutico. El por qué comenzar por este trastorno se debe al debate generado en numerosos foros y porque todo apunta a que en un breve transcurso de tiempo podremos leer los primeros estudios específicos.

En cualquier caso, existen una serie de lagunas y dudas en la literatura científica acerca de si precisamente la oxitocina puede o no ser beneficiosa en el tratamiento de este problema en concreto. Por ejemplo, a día de hoy aún no tenemos la certeza de si el aumento de los niveles de oxitocina producirían un incremento en el sentimiento/sensación de seguridad (efecto de lugar o “base segura”) cuando no existe proximidad con el referente humano, o si por el contrario, ese aumento de oxitocina podría producir un incremento del estado de ansiedad por separación una vez que el referente humano del perro no está cerca.

Ansiedad por separación en perros

El estrés por separación ocurre a menudo cuando los cachorros de muchos animales son separados de la madre. Pero este estrés por separación, que según circunstancias no tiene por qué ser preocupante, es considerado trastorno o problema de comportamiento, agudo y severo, como ansiedad por separación, -descrito tanto en humanos como animales no-humanos-. Está descrito como el miedo o estrés extremos que puede experimentar un individuo al separarse de su(s) referente(s) de seguridad. Se suele alargar en el tiempo y tiene un impacto directo en el bienestar y en las relaciones.

Efecto de la oxitocina en perros con ansiedad por separación

Sin entrar en la descripción del abanico de conductas que se pueden dar en esos períodos de separación, algunos no siempre tan “evidentes”, sí nos ha parecido interesante una reflexión que hacen las autoras y que a menudo crea confusión: hiper-apego y ansiedad por separación.

En base a estudios recientes sabemos que no siempre que un perro sufre ansiedad por separación, hay una correlación directa con hiper-apego, sino más bien con un apego “inseguro”. En cualquier caso, y suscribimos, que sería interesante abordar estudios sobre una posible tipología de formas de apego en perros.

Algunos factores de riesgo de la ansiedad por separación (APS a partir de ahora)

Dos estudios quisieron abordar algunos supuestos concretos de la prevalencia de APS en dos grupos de perros. El primer estudio (2001), con una muestra de 200 perros con ansiedad por separación y 200 que no, llegaron a la conclusión de una mayor incidencia de APS en perros que convivían con un sólo guía frente a los que convivían con más referentes humanos, así como más incidencia en perros esterilizados. En cambio, el segundo estudio (2014) con 215 perros concluyó que la mayoría eran machos y precisamente, no castrados.

Tampoco tenemos información concluyente acerca de una mayor prevalencia de la APS en base a razas o mezclas de razas, ni en base a factores genéticos de riesgo. Sin embargo, sí concluyen que, por el momento, ningún estudio determina estrategias claras sobre la prevención de la APS.

Concordancias de la APS con otros problemas de comportamiento

Hay evidencia clara de la co-existencia o concordancia de la APS con otros problemas. Un estudio de 2014 con una muestra significativa de perros con APS, tuvo un resultado de 81,9% de problemas relacionados o en paralelo. De forma mayoritaria: fobia a ruidos.

Otros estudios veterinarios avalan esta asociación y concordancia.

También observaron otros problemas de agresión por miedo o protección. Al no ser descritos no sabemos si se refieren a lo que entendemos por conductas agresivas o quizá más bien se refieren a conductas reactivas.

En cualquier caso, la APS, como otros problemas de comportamiento, inciden directamente en el bienestar de los perros -y de sus guías- en forma de estrés crónico y sus secuelas en el sistema inmune, digestivo y en casos de auto-mutilación.

Algunas cuestiones a tener en cuenta

Las autoras elaboran una breve cronología de metodologías de modificación de conducta y/o terapias empleadas a lo largo del tiempo para la APS. Algunas de ellas ya sabemos de su ineficacia. También mencionan cómo se han complementado en ocasiones estas terapias con farmacología: antidepresivos tipo clomipramina, pero según algunos estudios realmente no eran significativos los efectos de los mismos entre perros en terapia con farmacología frente a otros en terapia sin ella.

Si bien la oxitocina intra-nasal ha desempeñado un papel importante en terapias de trastornos humanos como en estrés post-traumático, ansiedad y trastorno afectivo estacional, no existen aún estudios sobre los efectos de la administración de oxitocina en problemas de comportamiento en perros. Además, inciden en la necesidad de abordar junto a esas futuras investigaciones datos más concretos sobre métodos de administración, tiempos y tipos.

Por otro lado, los efectos de la oxitocina no son uni-direccionales. Un estudio en humanos (2010) concluyó que la administración de oxitocina en individuos con un vínculo afectivo inseguro o “ansioso” hacia su madre, exacerbaba los recuerdos de un cuidado precario. Mientras que en aquellos individuos con un vínculo afectivo seguro, tras la administración de oxitocina, primaban los recuerdos de cuidados y atención materna. 

Este estudio y otras razones que conocemos a día de hoy, hacen necesario una investigación sobre el efecto de la oxitocina combinado con las experiencias tempranas en perros. Podría ser que la oxitocina no tenga el mismo efecto en perros que han nacido y crecido en un entorno difícil respecto a los que han podido crecer en un entorno óptimo: con su madre, hermanos y cuidados y afecto humanos.

Y sobre todo, a día de hoy desconocemos si la administración de oxitocina facilitaría la creación de un vínculo seguro entre humano y perro en casos de ansiedad por separación, o bien aumentaría la búsqueda de proximidad al guía o una sintomatología más aguda en su ausencia.

Teniendo en cuenta estas variables, las autoras invitan a continuar con las investigaciones relacionadas con la oxitocina como complemento en terapias de APS y otros problemas de comportamiento en perros. Algunos estudios arriba citados proveen evidencias claras del aumento de los niveles de oxitocina en las relaciones positivas entre perros y su referente humano y sin duda, si estas investigaciones son favorables, no sólo sería un elemento de ayuda en una de las causas de más abandono en refugios, sino que podríamos implementar otro tipo de ejercicios y dinámicas que aumenten los niveles de oxitocina de forma natural como apoyo a las terapias como educadores caninos

El artículo, como se lee, no deja una conclusión cerrada hacia este potencial empleo de la oxitocina exógena como complemento terapéutico. No obstante, desde Anut, teniendo en cuenta las conclusiones que se analizan en base a otros estudios aquí mencionados, nos parece interesante indagar en las futuras investigaciones que vayan abordándose más allá de la ansiedad por separación

Si la oxitocina desempeña un papel relevante en la construcción de un vínculo seguro y saludable, nos parece realmente interesante en perros con inseguridades o miedo con una necesidad “extra” de un vínculo seguro. Inducir de forma natural esa producción de oxitocina per se, es interesante para cualquier perro y persona convivientes. Si añadimos, que a menudo como profesionales acompañamos a personas que incorporan a su vida a perros con un miedo extremo debido a experiencias pasadas, se hace aún más interesante. Todos hemos abordado casos en el que el bloqueo del perro en su nueva vida debido al miedo extremo o indefensión aprendida, aún con total implicación y progresividad del guía, puede alargarse en el tiempo. Con un coste emocional importante para el perro y la persona. Inducir de forma natural oxitocina a través de actividades o caricias es más que complejo durante esa primera fase y realmente vemos a los perros que empiezan a “salir de su caparazón” cuando comienzan a establecer un vínculo con el guía humano. Si finalmente la oxitocina facilita ese vínculo seguro y saludable, la administración intra-nasal como complemento sería un aporte útil a las terapias de confianza, reducción de estrés, espacio seguro y respeto que solemos abordar en casos de este tipo. 

1. Investigadoras del Animal and Rangeland Science Department de la Universidad de Oregón (Estados Unidos) y del Human-animal interaction Lab. Especialistas en comportamiento y cognición, aprendizaje animal, modificación de conducta y enriquecimiento.