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Artículo basado en “Early life experiences and exercise associate with canine anxieties” de Katriina Tiira y Hannes Lohi (2015) que aborda diferentes causas y efectos sobre la ansiedad en perros.

Su propósito fue investigar factores ambientales que inciden en el  desarrollo de comportamientos relacionados con el miedo en perros domésticos. Revela resultados a tener en cuenta en estudios genéticos, pero también factores importantes a ser considerados en el bienestar canino.

Hipótesis inicial

Bien sabemos que se pueden observar grandes diferencias de personalidad en Desarrollo del perrodiversos rasgos de comportamiento de numerosas especies. Sin embargo, aunque las variaciones de personalidad están bien documentadas, no así la ontogenia y el desarrollo de la misma. Entendemos que las dimensiones de la personalidad tienen un alto componente hereditario, pero a su vez se empapan de multitud de factores ambientales. Por tanto, paralelamente al estudio de la genética de la personalidad, necesitamos más información sobre factores ambientales que pueden afectar al desarrollo de distintos rasgos del comportamiento. En este estudio, se centrarán en analizar algunos factores ambientales que pueden afectar al miedo en perros domésticos.

Aproximadamente un tercio de los hogares finlandeses -donde se elabora el estudio- conviven con un perro. Se estima una población mundial de cánidos de 700 millones a 1 billón. Teniendo en cuenta estos datos, entendemos que la personalidad canina tiene un importante impacto tanto en el bienestar del perro como del guía humano.

Los perros domésticos a menudo presentan diversos diagnósticos y rasgos conductuales relacionados con la ansiedad: fobias, ansiedad por separación, desórdenes generalizados de ansiedad, que en muchos casos pueden ser considerados problemas severos para el bienestar del perro.

Se considera que el miedo es breve en duración, detona con un estímulo específico y resulta en dos respuestas: huida o confrontación (“flight or fight”). Mientras que la ansiedad se prolonga más en el tiempo, se focaliza en el futuro y no presenta necesariamente un objeto de amenaza específico. Los autores apunta que, según el objeto y la  situación, el miedo en perros se puede clasificar en dos categorías: social o no social. En la primera de ellas encontramos por ejemplo el miedo a personas y perros desconocidos, mientras que la segunda categoría incluye miedo a objetos y coyunturas: ruidos (fobia/sensibilidad), alturas, diferentes superficies de suelo (resbaladizos, brillantes), etc. En el caso del miedo a ruidos (truenos, fuegos artificiales, petardos, tiros), a menudo en la literatura científica es categorizado como fobia debido al comportamiento de respuesta que en ocasiones presentan, pero los autores en este estudio prefieren tratarlo como “sensibilidad” porque consideran que algunas reacciones y conductas no entran en los parámetros acotados como fobia.

 

El miedo y la sensibilidad a ruidos tienen un alto componente hereditario pero también ambiental. Así, determinan que los dos grandes factores ambientales que afectan al miedo sería la falta de socialización y el aprendizaje a través de aversivos, sea cual sea la edad del perro, pero especialmente en edades tempranas o juveniles. La sensibilidad al ruido frecuentemente se asocia a una experiencia adversa, aunque encontramos otros mecanismos implicados en el desarrollo de este problema. En estudios anteriores de J. A. Serpell  et al. (1996)o D. Mills et al. (2005), algunos de estos mecanismos vinculados a la sensibilidad a ruidos son: los paseos cortos y falta de actividades y ejercicio, ser el primer perro para el guía (debido al desconocimiento de manejo y estrategias de habituación), así como un alto porcentaje de hembras esterilizadas. Sin embargo, hay pocos estudios sobre la influencia de la calidad del cuidado maternal en el miedo y la sensibilidad al ruido en perros a pesar de la relevancia de la impronta materna en el desarrollo de personalidad en otras especies.

Recopilación de datos

El estudio se hace a partir de un cuestionario a guías de perros, que anteriormente se ha mostrado fiable y correlacionado con el comportamiento de perros en situaciones de prueba. Se invitó a participar a perros que presentan todo tipo de cualidades: tímidos, sociables, con miedos y sin ellos, y de todas las razas, aunque especialmente a Gran Danés, Pastor Alemán, Pastor Belga, Staffordshire Bull terriers, Salukis y Lagotto Romagnolo por poseer previamente numerosas muestras existentes en un banco de sangre y ADN de perros para estudios genéticos.

Recibieron 3262 cuestionarios válidos, de perros de entre 6 meses a 15 años. Siendo la media de 5 años. 1737 hembras y 1525 machos.

El cuestionario constaba de 35 preguntas, en las que el principal Perro de raza Salukisobjetivo era la evaluación del miedo a personas/ perros desconocidos y nuevas experiencias, la sensibilidad a ruidos y ansiedad por separación, añadiendo otras sobre antecedentes como: cuidado maternal, lugar de nacimiento, edad a la llegada al hogar definitivo, socialización de cachorro, experiencias tempranas de vida, sexo y tamaño; y otras sobre rutinas diarias: tipo de dieta y suplementos, tiempo estando solos al día, número de niños y adultos en la misma casa, más perros en la misma casa, socialización y ejercicio diario. Para reducir la subjetividad de los guías, todas estas preguntas iban acompañadas de otras en las que debían describir detalladamente las reacciones en situaciones específicas. En caso de miedos a personas/perros/ruidos el comportamiento mostrado, así como en caso de que el guía considerara que su perro no mostraba miedos se exigía una descripción detallada del comportamiento en determinadas situaciones para hacer una evaluación más certera.

En lugar de tratar de capturar el espectro completo de variación fenotípica en el miedo, trataron de estructurar el cuestionario para lograr identificar a los individuos con miedos más agudos (llamados “cases” en el estudio) y aquéllos sin ninguna reacción de miedo (llamados “controls”).

 

Conclusiones

Las experiencias tempranas de vida juegan un rol principal en el desarrollo de  una personalidad miedosa

Los principales factores asociados a esta personalidad son el cuidado maternal y la socialización desde cachorros, especialmente hasta los tres meses. Sin embargo, a través del estudio, pudieron comprobar que la calidad del cuidado maternal inducía al desarrollo de comorbilidad en trastornos de ansiedad. Es decir, que no afecta al temperamento miedoso únicamente, sino al desarrollo de varios tipos de formas de ansiedad en un mismo individuo (ansiedad por separación, sensibilidad al ruido, trastornos compulsivos y/o estereotipados como persecución del rabo, etc.). Al igual que la personalidad miedosa suele ir acompañada de sensibilidad al ruido y/o ansiedad por separación. En el estudio abordan la comorbilidad, pero también los casos de miedos y ansiedad aislados.

Perra amamantando a sus cachorrosSin embargo, los datos obtenidos en este estudio respecto al cuidado maternal son insuficientes ya que muchos guías no podían responder a esta pregunta por desconocimiento y aquéllos que sí podían lo hacían en base a visitas puntuales al criador y no mediante la observación diaria del bienestar de la madre y los cachorros. Los autores consideran necesario un estudio específico sobre la magnitud del efecto del cuidado maternal en la personalidad posterior del individuo, como se ha realizado en otras especies -primates y humanos especialmente- si bien son escasos los estudios en perros.

Por otro lado, no resulta sorprendente que la correcta socialización en cachorros tenga como resultado una menor incidencia del miedo en la personalidad del perro. Como ya demostraban en otro estudio D. L. Appleby et al. (2002), el período entre las  3 y 12 semanas de edad es especialmente sensible, teniendo profundos efectos en el comportamiento posterior.

 

Ejercicio. ¿Un factor relevante en la resiliencia al estrés?

Una de las conclusiones más curiosas es la incidencia del ejercicio en la sensibilidad al ruido y la ansiedad por separación. En relación a los individuos llamados “controls” -sin miedos-, los perros que presentaban una sensibilidad al ruido y ansiedad por separación más agudas, disfrutaban de menos tiempo de ejercicio al día o menos actividades conjuntas perro-guía. Este ejercicio al que aluden en el estudio son paseos diarios, atendiendo a variables como el tiempo, veces al día, con correa y sin correa. Y acerca de las actividades conjuntas, se refieren a entrenamientos de cualquier tipo e incluso juego.

Aquéllos perros que podían disfrutar de cierto tiempo diario de ejercicio libre demostraron menor sensibilidad al ruido. No han observado una mayor incidencia de agresividad hacia extraños vinculada a la falta de ejercicio diario, pero sí modestamente hacia otros perros.

Mayor capacidad de recuperación

La capacidad de sobreponerse que favorece el ejercicio en cuadros de Perro practicando deporteansiedad o depresión ha sido ampliamente demostrada en humanos. El mecanismo subyacente es el aumento en la producción de serotonina, tanto en animales como humanos, teniendo un efecto antidepresivo. Otros estudios han demostrado una reducción del estrés oxidativo y comportamientos relacionados con la ansiedad a través del ejercicio moderado en roedores.

Demuestran cómo el ejercicio provee de cierta resiliencia al estrés, da un mayor bienestar del perro y sirve como un indicador de la calidad del manejo del perro por parte del guía.

A diferencia de otros estudios, no han encontrado diferencias significativas vinculadas al miedo o a problemas de comportamiento según el tamaño del perro, salvo cuando se excluía el ejercicio diario. Consideran que frecuentemente los perros pequeños suelen ir siempre atados y que tienen rutinas diarias de ejercicio o actividad distintas a los perros más grandes. Deducen que es la falta de ejercicio o actividad, así como el manejo y no el tamaño, uno de los factores relacionados con el miedo.

Edad y efecto del guía

Concluyen que los perros miedosos tienden a ser más jóvenes, mientras que aquéllos con sensibilidad al ruido son más mayores. La explicación a la primera observación se debe a que, aunque se considera que la personalidad permanece estable desde el año de edad en adelante, el miedo se reduce a lo largo del tiempo a través de la habituación y las experiencias de vida. Los perros son capaces de ir desarrollando distintas estrategias para afrontar situaciones de miedo, parcialmente con la ayuda del guía. Así los guías deben conocer qué situaciones provocan miedo a sus perros, para hacer un correcto acompañamiento o evitarlas si sobrepasan la capacidad de apoyo del guía.

Perro ancianoSin embargo, este no es el caso en la sensibilidad al ruido. A través del estudio han observado una mayor incidencia de esta sensibilidad en perros mayores. En otro estudio de A. R. Dale et al. (2010), observaron reacciones más severas al ruido en perros de a partir de 10 años. Los autores según sus resultados consideran que el miedo a los ruidos difiere de otros porque la habituación no parece tener el mismo resultado e incluso aumenta la severidad de las reacciones con la edad.

En relación a estos resultados obtenidos relativos a la sensibilidad a ruidos, desde Anut Educación Canina en Segovia creemos que la habituación progresiva y el empleo de diversas estrategias no aversivas pueden aliviar e incluso solventar dicha sensibilidad. Pero detrás, tiene que haber un trabajo constante y a largo plazo por parte del guía. En cambio, a través de la experiencia con perros senior, sí compartimos la certeza que si no se aborda específicamente esa sensibilidad al ruido a lo largo de la vida del perro, las reacciones de miedo tienden a agudizarse con la edad.

La presencia de otros perros en el mismo hogar

Parece ayudar en la gestión del estrés y el miedo. En un estudio anterior de los mismos autores sobre comportamientos compulsivos y estereotipias (como la persecución del rabo), llegaron a la misma conclusión. En aquél momento, alegaron la posibilidad de que en hogares con más de un perro, el guía posiblemente tenía menos capacidad de prestar atención a cada perro respecto a hogares con uno solo. Ahora, sumando las conclusiones de ambos estudios, parece definitivo que los perros que comparten hogar con otros congéneres, resultan más resilientes frente a diversos estresores. En un experimento con truenos simulados, observaron una relativa menor reactividad al ruido, pero especialmente una más rápida recuperación en perros de hogares con más perros. El soporte social actúa como “efecto de amortiguación” ante eventos estresantes en humanos. Para los autores, la compañía entre perros en un mismo hogar actuaría del mismo modo.

Desde Anut, estamos de acuerdo con esta conclusión, especialmente en relación al miedo social aludido por los autores -personas y perros desconocidos-, pero no así en el caso de ansiedad por separación. Son varios los casos que hemos trabajado en los que un perro con ansiedad por separación puede activar en otro síntomas que previamente no presentaba. Es posible que el aprendizaje vicario tenga mucho que ver en este efecto contagio.

Sexo, esterilización y otros factores

Perro jovenEn este estudio determinan una mayor incidencia de sensibilidad a ruidos tanto en machos como hembras esterilizadas respecto al grupo que llaman “controls” (perros que no presentan ningún tipo de miedo). El incremento en la ansiedad debido al cambio hormonal ha sido evaluado previamente en numerosos estudios  (E. J. Blackwell et al., 2013), así como la correlación directa entre distintas formas de ansiedad debida a la esterilización temprana (J. M. Scarlett et al., 2004). No obstante, entre machos y hembras enteros -no esterilizados- observan una mayor incidencia de las últimas en la sensibilidad al ruido.

En cuanto al cuidado maternal, sólo han podido certificar una mejor calidad de este cuidado cuando las madres paren y crían en su hogar permanente. Observaron niveles de ansiedad en perras que viven en otro lugar y eran trasladadas a casa del criador en el momento del parto y posterior crianza.

 

Finalmente, los autores invitan a abordar estudios que vinculen el ejercicio y la medición de serotonina a la reducción de ansiedad en perros, así como más investigación exhaustiva de la impronta del cuidado maternal y el bienestar de la madre en el desarrollo de la personalidad.

 

Consideramos los resultados de este estudio de gran interés para guías, educadores caninos, protectoras, clínicas veterinarias y criadores.

 

* Katriina Tiira: docente en la Universidad de Helsinki y CEO de smartDOG.

* Hannes Lohi: docente de Biociencia Veterinaria en la Universidad de Helsinki. Chief Scientific Officer en Genoscoper. Supervisor del programa de doctorado de Medicina Clínica Veterinaria de la Universidad de Helsinki.

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