Escribimos este artículo sobre trabajos de olfato en perros, a partir de la traducción de la conferencia “Applied Canine Olfactory Processing: What Trainers Need to Know Beyond Learning Theor” de Simon Gadbois, durante el evento Sparcs de 2014.
Simon Gadbois es Doctor del Departamento de Psicología y Neurociencia de la Universidad de Dalhousie (Canadá). Es especialista en comportamiento de cánidos domésticos y salvajes (coyotes, zorros rojos y lobos), neuroetología y procesamiento olfativo.
Algunos apuntes sobre los trabajos de olfato en perros
Los proyectos que aquí presenta los aborda desde la psicología experimental y teoría del aprendizaje. Sin embargo, Simon Gadbois explica cómo es relevante mantener tres perspectivas de observación y análisis al mismo tiempo: etología, neurociencia y psicología experimental.
Trabajar con estímulos intangibles, invisibles e indetectables para el humano, a menudo es un desafío. Nuestra especie es esencialmente visual. Por ello, los perros pueden ayudarnos mucho en determinadas áreas como es el rastreo y seguimiento de especies salvajes y/o en peligro de extinción. Aquí el binomio perro-humano se convierte en el mejor equipo: tenemos por un lado un animal visual con una perspectiva en altura y un animal con un olfato sensacional cuya nariz avanza a nivel de suelo.
No obstante, como explica Gadbois, el conocimiento no puede ser improvisado por lo que en esta disciplina se requiere del aprendizaje en áreas de la ciencia como es la dinámica de fluidos (el aire es un fluido), psicofísica, microclimatología, micrometeorología, química analítica, etc. Todo ello aplicado a nivel de suelo ya que en ocasiones, estamos a 12º al atardecer y a ras de suelo, después del sol calentar a lo largo de todo el día, medimos 26º. Una temperatura mucho más alta de lo que esperamos. Como es lógico, esto afectará al sentido y al trabajo en sí mismo.
Simon Gadbois trabaja desde 2006 en dos proyectos de perros de detección y rastreo con equipos humanos y caninos:
Uno de los proyectos se divide a su vez en tres áreas:
1. Conservación y cánidos salvajes: especies en peligro de extinción (principalmente reptiles) y coyotes.
2. Medioambiental: insectos invasores en zonas de bosque.
3. Biomédico: hipoglucemia en jóvenes con tipo 1 de diabetes.
El segundo proyecto se centra en cánidos forenses.
Sobre ambos se tratará más adelante, no sin antes detenerse en algunos debates generados alrededor de empleo de perros con fines científicos.
En primer lugar, él aclara su rechazo a considerar a estos perros como herramientas. Tanto en el trabajo en laboratorio como en campo, prefiere considerarlos “asistentes de investigación” ya que apuesta, para el éxito del trabajo, por un binomio perro-humano basado en una relación estrecha de confianza y vínculo mutuo.
Sin embargo, se ha generado mucho debate sobre si el trabajo con perros de detección o rastreo puede ser considerado científico o no. Reconoce que a lo largo de los años se ha hecho muy “mala ciencia” al respecto y existe una brecha entre el cómo la ciencia espera que se haga y la realidad de la práctica del manejo del perro por parte de los guías/científicos. Admite que es necesario un trabajo más empírico para poder determinar validez, fiabilidad y precisión (en términos de sensibilidad y especificidad) para ser capaces de generar modelos matemáticos, teoría de la simulación, etc. En este sentido observa que los europeos, especialmente alemanes, holandeses y polacos, están más avanzados en lo relativo a la estandarización del modelo de trabajo (protocolos y regulación).
Al mismo tiempo, señala la dificultad que supone para el guía/científico aprender la teoría y el desempeño del trabajo de detección al mismo tiempo que reconoce lo útil y válido que les ha resultado ese binomio. Por ello indica que para cubrir estas carencias es necesario apoyarse en profesionales en el entrenamiento de esta disciplina y en el manejo de grupos.
Gadbois está en desacuerdo con algunos científicos que opinan que el “experimentador” no puede ser cercano al sujeto. Por el contrario, opina que si quieres obtener buenos resultados realmente tienes que conocer al perro, así como el perro debe conocerte. Es necesaria una buena relación, confianza mutua y una buena lectura del uno al otro. Considera que el peor error que se puede cometer es dejar trabajar a tu perro con otro entrenador porque su trabajo no va a ser certero e incluso pueden llegar a mal interpretarse.
¿Qué necesitamos para entrenar perros de detección y rastreo?
– Teoría del aprendizaje canino
– Psicofísica del olfato animal
– Un entendimiento básico de química analítica, dinámica de fluidos (dentro y fuera de la nariz), microclimatología y micrometeorología a nivel de suelo.
Pero sobre todo, poner las cosas en perspectiva y ser realistas. Existen muchos programas de éxito con perros de detección, pero también hay numerosos fracasos. El desempeño y resultados no serán blancos o negros ya que no se pueden obviar las condiciones y el contexto. Hay que ser capaces de acomodar el nivel de exigencia: comenta cómo ha visto prácticas en las que el guía pretendía hacer que su perro trabajara de forma óptima a -30º con un 10% de humedad (muy seco) y bastante viento. En estas condiciones, básicamente el sistema olfativo se cierra incluso en lobos.
Por otro lado comenta que no es necesaria la especialización del perro en una sola tarea u objetivo. Y tampoco habrá una edad límite para ejercer, siempre y cuando el perro siga disfrutando. Pone como ejemplo el de su perra, que se inició en todo este campo a edad relativamente avanzada y fue muy buena en casi todo lo que le propuso: búsqueda, rastreo y seguimiento de coyotes, tortugas, serpientes de cinta, etc. Esto no quiere decir que suceda lo mismo con todos los perros. Cada individuo es distinto.
¿Por qué perros en lugar de tecnología?
– Poseen un sistema olfativo extraordinario.
– Orejas: te ayudarán a informarles de qué hacer y cómo.
– Rabo (y otras señales que emiten): te informan si se encuentran bien o necesitan un descanso.
– Patas: los convierte en una “unidad móvil” que se desplaza por sí misma.
– Son altamente adaptables y sensibles.
En detección médica, especialmente en cáncer, el trabajo con perros está aportando resultados asombrosos y a partir de diversos testimonios, sabemos que es mucho más agradable el empleo de perros en primeras fases que el uso de tecnología.
Trabajo del sentido del olfato en detección
Existen distintos tipos de trabajo, metodologías y sistemática dependiendo del objetivo que pidamos al perro. A grandes rasgos:
- Detección: se trata de un estímulo vs “background” (cualquier interferencia. Incluso un sonido).
- Discriminación: discriminar entre estímulo 1 y estímulo 2, explicado de forma muy básica. Indudablemente esto se puede complejizar con más estímulos.
- Identificación: poner elementos bajo señal. Es una forma de comprobar que hay un entendimiento. Se trata de ejercicios más cognitivos.
- Escalada: relacionado con el aumento de la cantidad de estímulos.
- Búsqueda: son ejercicios más difíciles al ser dinámicos. Corresponde con el trabajo de campo con perros de rastreo, seguimiento y búsqueda. Para Gadbois es el más interesante ya que el perro trabaja en su elemento, sobre el cual nosotros estamos lejos de comprender y al no hacerse en condiciones de laboratorio supone un mayor desafío.
Algunos trabajos de olfato en detección son las aplicaciones forenses como señalar/marcar un sospechoso y búsqueda, rastreo o seguimiento de sujetos vivos o muertos. Gadbois discute la metodología y resultados del marcaje a un sospechoso. Suele hacerse en línea ya que es como se procede con testigos humanos (aunque en este ámbito existe también mucha problemática y cuestionamiento de la metodología en psicología humana: simultaneidad vs identificación visual secuencial). Pero en perros carece de sentido completamente. Ellos no son testigos visuales y la línea es básicamente una tarea nemotécnica y memorística. Y lo que le pedimos a los perros en esta tarea no está basado en la memoria o en la discriminación basada en similitudes. Por tanto, concluye que la línea no es el procedimiento correcto para estos casos.
Según su opinión, deberían hacerse más cortos. Con dos o tres elecciones máximo. Reduciendo así la carga de trabajo memorísitico y el tiempo entre la exposición al estímulo y el marcaje del objetivo, reduciendo también las interferencias entre que se muestra el olor, por ejemplo, y la identificación del sujeto.
El propio entrenamiento del marcaje a un individuo entre otras personas tiene sus dificultades: los perros están integrados en nuestro mundo. Ellos están rodeados de toda esa información (sexo, dieta, edad, condiciones de salud) que nosotros a lo largo de su vida, de alguna forma les hemos enseñado a ignorar. Y ahora pretendemos enseñarles que es relevante para identificar a individuos específicos. De primeras será: “sí, sí. Esto huele a alguien”, “muy bien, y esto huele a otro, ¿y?”. Tendremos entonces que ayudarles.
Va un poco más allá y comenta algunas variables que entran en juego como la luz del sol, la humedad, temperatura, viento, contaminación (mezcla de olores), tiempo de estabilidad y durabilidad de un olor en un objeto, etc. En este punto podría extenderse muchísimo pero no lo hace para no perder el hilo.
En cualquier caso, para los perros efectivamente tenemos una “huella” olfativa. El olor individual viene a ser como una firma personal. Sabemos que pueden reconocer sexo, edad, dieta, hormonas, sistema inmune, etc. Es decir, pueden ejercer una tarea forense perfectamente. El problema son los métodos, la necesidad de unas buenas prácticas y controles. En relación a estos últimos señala dos procedimientos:
1. Confirmaciones “inter-perro”: en el trabajo de campo, a menudo les acompañan dos perros. Si uno encuentra algo llaman al otro para que chequee, confirmando en ocasiones o estando en desacuerdo (que a veces también pasa).
Los perros también tienen malos días por ello es importante saber leer a tu perro. Por cualquier razón, quizá no quiere trabajar ese día y si prosigues, por un lado pierdes tu tiempo y por otro, le sometes de alguna forma a un aversivo a tu perro relacionado con el trabajo.
2. Confirmaciones y controles “intra-perro”: propone hacer ocasionalmente punto a punto1 vacíos con el objetivo de asegurarse que el perro no trata siempre de encontrar un target incluso cuando no está presente. Algunos entrenadores no hacen esto, entonces el perro básicamente está convencido que en un punto a punto siempre va a haber algo. Tenemos que darles la oportunidad de decirnos “lo siento, pero no hay nada aquí”.
También sugiere punto a punto con dos targets. Imaginemos que se habitúan al punto a punto con un solo target y el estímulo está en el tercer punto. El perro alcanzará ese punto, lo marcará y se marchará sin seguir la línea. Con varios targets les enseñamos a continuar la búsqueda.
Perros y guías cometen errores en los trabajos de olfato
A través de la visión periférica que poseen los perros, pueden captar pequeñas señales que emitimos nosotros a veces de forma involuntaria. A esto se le llama Efecto Clever Hans2. Por ello recomienda la práctica del “doble ciego”3 en detección desde relativamente pronto en el proceso de entrenamiento.
Vídeo del Efecto Clever Hans: este ejercicio no lo llevan ya a cabo desde entonces. Se suponía que debía ser un doble ciego y al ver que el perro comenzaba a fallar en posteriores prácticas, decidieron volver a preguntar a las estudiantes cómo lo estaban haciendo. Finalmente, la estudiante asistente a la que ofrecía los olores confesó que no estaban haciendo un doble ciego y que la otra alumna sabía de antemano los resultados. Analizando los vídeos de las prácticas, se dan cuenta que involuntariamente la alumna hacía un casi imperceptible movimiento de mano.
Hay otros problemas relacionados con el procedimiento del punto a punto. Por ejemplo lo que él denomina como “el efecto de la posición 5” en una línea de 6. Y es que han observado una mayor frecuencia a la hora de posicionar el estímulo en la posición 5 de forma involuntaria cuando se hace el cambio de posición. Por eso plantea la práctica de punto a punto vacíos o con dos target aparte de la randomización de la posición.
Por otro lado recomienda evitar una gran concentración de pisadas a lo largo de la línea, una cierta familiaridad con los distractores (estar atentos al nivel de exigencia), lavado de manos frecuente pero con cuidado (ojo con los productos y sus aromas) y estar atentos a que, en ocasiones, se observan algunas raras preferencias o aversiones (incluso repulsión) respecto a determinados olores. Por esta razón han visto perros evitar deliberadamente una muestra específica. Han llegado a eliminar el uso de aceites esenciales de sus prácticas ya que tienen evidencia de que algunos perros son demasiado sensibles a ellos incluso diluidos. Utilizan hierbas o especias.
Por último, Simon Gadbois aporta una serie de datos estadísticos y algunos ejemplos de metodología de trabajos de olfato en perros que el que haya llegado hasta aquí leyendo y tenga interés puede consultar en la conferencia cuyo link está más arriba. Adjuntamos un vídeo que nos ha parecido interesante a la hora de entender en Efecto Clever Hans que tratábamos más arriba. Lo que nos ha parecido más interesante de estos datos son las conclusiones del propio autor. Y las queremos citar textualmente:
They can do it
We can do better
Lets do it
1 Ejercicio de discriminación en detección.
2 Clever Hans fue un caballo famoso en Alemania a principios del siglo XX. Se suponía que el caballo sabía resolver problemas aritméticos, distinguir tonos musicales, decir la hora, etc. Hasta que el psicólogo Oskar Pfungst llegó a la conclusión que el caballo respondía a señales involuntarias en el lenguaje corporal que emitía su entrenador. De ahí el término Clever Hans Effect muy estudiado en cognición animal. Se trata básicamente de la posibilidad de que el experimentador “contamine” o altere el resultado del experimento.
3 Ejercicio en el que el entrenador tampoco sabe a priori cual es la posición correcta.
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